Después del funeral de su padre en California, una niña muere en la calle afuera de su madrastra, pero un abogado millonario aparece arrepentido y descubre un testamento oculto.

Después del funeral de su padre en California, una niña muere en la calle afuera de su madrastra, pero un abogado millonario aparece arrepentido y descubre un testamento oculto.

El suelo se extiende sobre el horizonte del Pacífico, entre los dolores de la cabecita de Santa Mónica. Emily Carter, en los últimos años, se ha visto enfundada en su jubón negro, con ojos rojos y un cabello tan encantador. Su padre, Daniel Carter, un respetado ingeniero conocido por su meticulosidad y su competente generosidad, fue elegido tarde. La madre de Emily era varios años mayor, y Linda, la segunda esposa de Daniel, había aceptado el papel de madrastra, incluso para cualquiera con un plazo fijo.

 

Después de la capilla, Linda se inclinó a la altura de Emily, con el rostro inexpresivo bajo el maquillaje.
«Emily —dijo con frialdad—, aquí es donde nuestros caminos se separan. Tu padre se ha ido, y yo no estoy obligado a criarte. No tienes intención de acostarte con la hija de otro».

Con estas palabras, Linda sacó la pequeña mochila de Emily del asiento de su reticente Mercedes, entró al acero y partió sin espejo.

La niña permaneció inmóvil con sus hijos, con los brazos sobre la mochila. Los coches pasaban por el bulevar concurrido, sus faros cubriendo la penumbra. Descubrimos el milagro del reojo, algunos con el último, otros con apresurada indiferencia. Emily pensó que el abandono era más profundo que el dolor que se había sentido hacia la iglesia.

Así que, cuando un hombre alto con traje oscuro se acerca al médico, se despliega a pocos metros de ella. Estaba en el funeral, pero Emily no se había dado cuenta. Se llamaba Michael Harrington, un abogado millonario, famoso tanto por sus demandas como por sus inesperadas muestras de generosidad. Tu cable plano reflejó la luz moribunda mientras observabas a la niña abandonada en el árbol.

—Emily —dijo suavemente, inclinándose para mirarla a los ojos— . Tu padre era un buen hombre. Él no necesitaba esto para ti.

Ella lo miró, parpadeando, demasiado confundida para hablar. Harrington obró un milagro en dirección al coche de Linda, agarrándole la mandíbula. Pudo sujetar firmemente a su hombre.
— Ven conmigo. Hay algo que requiere ver.

En ese momento, el destino de Emily cambió. Harrington no llegó por casualidad. Iba acompañado del abogado de Daniel Carter, encargado de la custodia de documentos que nunca habían visto la luz. Uno de ellos —un testamento recientemente revisado— está a punto de cambiarlo todo.

Michael Harrington llevó a Emily en su coche negro, con asientos de cuero y un traje color cedro y tabaco. Caminó hacia tu mochila como si fuera una armadura.
—¿Adónde vamos? —susurró con voz temblorosa.

—A mi oficina—respondió Harrington con suavidad—. Tu padre ya ha recibido instrucciones importantes. Creo que mereces escucharlas.

 

 

 

Continúa en la página siguiente⏭️