6. Te persiguen, incluso después de que se han ido
A veces, incluso después de que una persona tóxica haya dejado tu vida, permanece en tu campo energético .
Piensas en ellos constantemente. Sueñas con ellos. Tus emociones siguen enredadas por algo que dijeron o hicieron hace meses.
Esto no es solo un dolor persistente, sino una forma de enredo espiritual. Lo que sientes puede ser más que psicológico. Podría ser apego energético .
Qué hacer:
Este es el momento de la limpieza psíquica y la liberación consciente. Practica la respiración profunda, la meditación o la oración. Usa afirmaciones de liberación como:
«Libero lo que ya no me sirve. Soy libre».
También puede beneficiarse de rituales como escribir una carta de despedida (no es necesario enviarla) o crear espacio en su hogar para prácticas curativas como llevar un diario, aromaterapia o música suave.
Dejar ir es un proceso, pero comienza con la intención.
Protegerse no es egoísta, es sagrado
Tienes derecho a proteger tu energía del mismo modo que proteges tu salud. Así como no dejarías que nadie dañara tu cuerpo físico, no permitas que otros dañen tu bienestar emocional o espiritual.
Ya tengas 60, 70 o 90 años, te has ganado la paz. Te has ganado la alegría. Y, sin duda, te has ganado la sabiduría para saber cuándo algo —o alguien— no merece un lugar en tu mesa.
Recuerda esto:
No estás aquí para ser la esponja emocional de nadie.
Estás aquí para vivir, amar y respirar libremente.
Así que, cuando la presencia de alguien empiece a sentirse como veneno, elige la distancia. Elige la sanación. Elígete a ti mismo.
