Pero cuando la tela cayó, me quedé paralizada y casi me caigo del susto.
Su espalda estaba cubierta de cicatrices, grandes y pequeñas, que iban desde la nuca hasta la cintura.
Algunos eran nuevos y rojos, como si hubiera recibido una descarga eléctrica o un rasguño.
Tartamudeé: “¿Qué… qué pasó aquí?”
Se cubrió con un pañuelo, con la mirada perdida en la distancia:
Este es el precio que tuve que pagar para llegar a donde estoy hoy. Fui amante de un hombre, mi esposa legal me agredió, fui trabajadora doméstica y mis jefes me maltrataron… Empecé desde abajo. No hay nada de qué avergonzarse.
Guardé silencio. Pero la historia no terminó ahí: unos días después, descubrí una verdad aún más impactante.
Después del matrimonio, me dejó vivir cómodamente.
Yo tenía coche, casa y dinero. Pero ella no dormía por las noches.
La vi llorar varias veces en el baño.
Una noche, miré su teléfono en secreto y vi… un video de vigilancia de un hombre entrando a escondidas en su negocio a las 2 a.m.
Tenía sospechas.
Busqué más información y me sorprendí al descubrir que yo era su hijo biológico, buscado por malversación de fondos y agresión.
Cuando le pregunté directamente, no lo negó:
Me casé contigo… para confrontarlo. Amenazó con quedarse con todas mis propiedades después de mi muerte. Así que te las di para confrontarlo.
No quería amor. Solo quería morir en los brazos de alguien en quien confiara y que no me traicionara.
Ahora vivo la vida de otra persona: tengo dinero, fama y hasta gratitud… pero también soy la sombra de una mujer que ha sufrido todo tipo de dolores.
Una noche, me abrazó y lloró: «Si un día ya no estoy aquí… quema todos los documentos. Vive tu vida, no sigas viviendo mi sueño inacabado».
Y me di cuenta de que no era sólo un “joven marido”… Me convertí en el último testigo de una vida trágica.