“HAY DROGAS EN TU BEBIDA”, SUSURRÓ LA CAMARERA… Y EL MULTIMILLONARIO DENUNCIÓ A SU PROMETIDA

 

La revelación de la sala de reuniones

A la mañana siguiente, la sala de juntas de Monteiro Industrial estaba lista para la firma.

Liana estaba radiante, su actuación como la prometida emocionada estaba en su apogeo.

Javier parecía pálido y ligeramente distraído, interpretando el papel de un hombre que aún sentía los efectos de las drogas.

Liana firmó con garbo, su victoria casi completa.

Luego le pasó el bolígrafo a Javier. «Firma, mi amor. Sella nuestro futuro juntos», dijo con voz seductora.

Javier cogió el bolígrafo, pero en lugar de firmar, se reclinó en su silla y miró a Liana.

“Antes de firmar”, dijo, con la voz ya libre de toda fragilidad, “me gustaría proponer un brindis”.

Sirvió dos vasos de agua. «Por la confianza, la lealtad y la transparencia».

Su mirada se fijó en Liana, cuyo rostro comenzaba a mostrar un atisbo de incomodidad.

“Anoche, en nuestra cena de celebración, casi fui víctima de un acto de la más profunda traición”, continuó Javier.

Señaló la puerta y entró Sofía, la camarera. “Liana, mi amor, ¿reconoces a esta mujer? Es la camarera que te vio ponerle droga a mi bebida anoche”.

El caos se apoderó de la habitación.

Liana empezó a negar con la cabeza, pero Javier no había terminado. “Por suerte, el restaurante donde cenamos, como todos mis establecimientos, tiene un excelente sistema de seguridad”.

Presionó un botón y la gran pantalla de la habitación cobró vida, mostrando un video de alta definición de Liana vertiendo el polvo en su vaso.

La evidencia era silenciosa, irrefutable y absolutamente abrumadora.

En ese momento, dos policías entraron en la habitación. Javier miró a Liana con absoluta frialdad.

—El matrimonio queda anulado, y tu contrato, querida —dijo—, no será conmigo, sino con el sistema legal.

 

 

 

 

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