Historia de una mujer por la noche

Historia de una mujer por la noche

Cristiano comprometido, nunca se perdía una misa. Siempre al frente del coro, con la voz serena y la mirada fija en el cielo. Se sabía la Biblia de memoria, mejor que cualquier sacerdote, y pasaba las tardes enseñándosela a nuestros niños como si les legara un tesoro sagrado. A menudo hablaba de valores. De ejemplaridad. De amor divino. Me repetía: «Debemos ser pilares para ellos. Puntos de referencia. Modelos a seguir».

Entonces, cuando me dijo que se iba a ir un fin de semana con algunos hombres de la iglesia para…

«Reza, acampa, reflexiona sobre la fe y la paternidad», lo animé. Me dijo que iban a la naturaleza, sin celular, para «reenfocarse en Dios y su rol como padres». Preparé la tienda de campaña, las botas, la Biblia y el saco de dormir con él. Lo vi partir con el corazón en paz.

Pero al día siguiente todo cambió.

Un simple detalle. Un contratiempo trivial…

A nuestro hijo se le pinchó una rueda de la bici. Quería buscar la bomba, que siempre estaba tirada en el garaje. Nunca entro ahí. No es mi especialidad. Pero ese día, fui.

Y entonces, cuando abrí la puerta… un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Su tienda de campaña. Sus botas. Su linterna frontal. Su saco de dormir. Todo estaba allí. Perfectamente guardado. Cubierto con una sábana blanca. Intacto.

Me quedé allí unos segundos contemplando la escena. Sentí un extraño vacío en el estómago…

 

 

 

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