Entonces estallaron los aplausos, pero esta vez fueron sinceros, potentes, vibrantes.
La noticia corrió rápidamente por el pueblo: «La criada que se casó con un mendigo». Pero una semana después, los periódicos publicaron los titulares:
“El ex director ejecutivo James Carter recupera su fortuna”.
Porque antes de su caída, James había invertido en una pequeña empresa al borde de la quiebra. La misma que acababa de salir a bolsa, convirtiendo sus acciones en millones.
Cuando los periodistas le preguntaron, él se limitó a sonreír:
“Quería saber quién me amaría en mi oscuridad, no sólo en la luz”.
A su lado, Clara brillaba, ahora vestida con sus propias elecciones. Sin embargo, su vida cotidiana seguía siendo sencilla: risas en una pequeña cocina, paseos de la mano, una vida cimentada en la confianza y la resiliencia.
Y para aquellos que se habían reído ese día, las palabras de James todavía resonaron como una lección:
“El amor es ver un alma cuando el mundo sólo ve miseria”.
Gracias a todos los que leen estas líneas.
