Llegó tarde al baile padre-hija. Sus palabras cuando entró me congelaron.

 

 

Finalmente, determinaron que ya tenía la edad suficiente para tomar mi propia decisión y decidir con quién quedarme. Cuando hablé con un tutor ad litem, le expliqué que mi padre no siempre estaba presente, pero cuando lo estaba, se entregaba por completo. Y mi madre, aunque tenía buenas intenciones, a veces no me escuchaba.

Ir a San Luis me pareció algo muy importante en ese momento y decidí quedarme con mi padre.

Mamá estaba triste y decepcionada, pero finalmente aceptó mi decisión. Se mudó, pero me visitaba los fines de semana.

 

Hoy estoy en la universidad y vivo solo. Mi relación con mis padres es sana. Lo más importante es que sé que están ahí para mí.

Y en cuanto a mi papá, desde aquel baile de padre e hija, nunca dejó de aparecer.

Por favor COMPARTE este artículo con tu familia y amigos en Facebook.