“Mamá, ¿quieres conocer a tu clon?”: Lo que dijo mi hija de 5 años reveló un secreto para el que no estaba preparada.

 

—Esta mañana tenías el pelo más rizado, mamá. ¿Qué pasó?

Lo atribuí a su imaginación descontrolada, aunque cada célula de mi cuerpo me decía que no. No era tan sencillo. No podía ser.

Jason también sonrió y dijo: “Ya sabes cómo son los niños”.

Pero esa inquietud… se me quedó grabada.

Una noche, mientras cepillaba el cabello de Lily después de cenar, ella se giró y me miró.

Mamá, siempre viene antes de la siesta. Y a veces se van al dormitorio y cierran la puerta.

—¿Ellos? —pregunté con calma—. ¿Quiénes?

“¡Papá y tu clon!” dijo.

Mi mano se congeló a mitad del movimiento.

“¿Te dicen que no entres?” pregunté suavemente.

“Pero eché un vistazo una vez”, asintió.

“¿Y qué estaban haciendo?”, pregunté, estremeciéndome antes de que mi hijo pudiera decir algo.

“No estoy segura”, dijo. “Papá parecía estar llorando. Ella lo abrazó. Luego dijo algo en otro idioma”.

¿Un idioma diferente? ¿Qué demonios estaba pasando en mi casa?

Esa noche, después de que Lily se acostara, me senté a la mesa de la cocina a oscuras, mirando mi plato intacto. Se me había quitado el apetito. Mis pensamientos daban vueltas como agua en un desagüe lento, todos girando en torno a la misma pregunta imposible:

¿Y si no lo está imaginando?

Después de una noche sin dormir, me sentí más agotada y estresada que la noche anterior. Así que, cuando la luz de la mañana inundó nuestra habitación, saqué la vieja cámara de Lily de un cajón en el armario del pasillo.

Desde que Jason decidió tomar su licencia por maternidad o paternidad, ya no hubo necesidad de tener niñera ni cámara para niñera.

Me temblaban un poco las manos al desenredar el cable. Lo probé y, por suerte, seguía funcionando. Lo instalé en nuestra habitación, discretamente escondido en la estantería, en el ángulo perfecto.

Luego le escribí al trabajo diciendo que necesitaba la tarde libre. Era mentira, pero no me importó. Mi corazón ya había empezado a latir con fuerza horas antes de que ocurriera nada.

Poco después del mediodía, me dirigí a la biblioteca local y preparé mi computadora portátil, lista para abrir la transmisión de video en vivo.

 

 

 

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