Y Ethan se quedó congelado.
Ella no era lo que él esperaba.
De hecho, ella no pertenecía allí en absoluto.
No llevaba ropa de diseñador ni un blazer rígido. Llevaba vaqueros, una camiseta gris con el logo descolorido de una librería y sostenía un fajo de correo mal archivado.
Su cabello estaba recogido en una cola suelta, desordenado por el calor del verano, y sus ojos estaban muy abiertos cuando se detuvo, confundida por la repentina atención centrada únicamente en ella.
“Creo que este es el piso equivocado”, dijo, recogiendo el correo. “Solo…”
“¿Quién eres?” interrumpió Ethan, levantándose de su silla.
Parpadeó. “Soy… Olivia. Olivia Lane. Trabajo en la cafetería, en el quinto piso.”
Una carcajada recorrió la sala, pero Ethan no rió. Ni siquiera parpadeó.
Su corazón, que rara vez hacía otra cosa que acelerarse en pos de la eficiencia, dio un salto.
Porque había algo en ella. Algo completamente fuera de lugar en su mundo de objetivos trimestrales y proyecciones anuales.
Debería haberse reído, haber dicho que todo era una broma, pero las palabras que acababa de pronunciar: “Me voy a casar con la primera chica que pase por esta puerta”, resonaron en él como un desafío del universo mismo.
Y por primera vez en mucho tiempo, no sabía qué decir.
Olivia, cada vez más confundida, levantó una ceja. “¿Es esto… algún tipo de reunión?”
—Sí —dijo Ethan, recuperándose—. Sí, es cierto. Y tú formas parte de ello.
De vuelta en su oficina, Ethan repasó la escena mentalmente. No podía dejar de pensar en ella: en cómo ladeaba la cabeza con curiosidad, en su honestidad, en su total indiferencia hacia él.
“No puedo creer que estés haciendo esto”, dijo Travis, siguiéndolo adentro.
“Dije que lo haría”, respondió Ethan.
“Ella es barista, Ethan.”
Ella es una mujer. Eso es todo lo que importa, ¿recuerdas?
Pero te quedaste paralizado. Dudaste.
“Simplemente no me lo esperaba.”
—Entonces, ¿de verdad vas a pedirle que se case contigo?
Ethan miró el horizonte de Manhattan con una expresión indescifrable. “Sí. Lo soy.”
Y con eso, el hombre que pensaba que el amor era una broma comenzó a planear una propuesta de matrimonio… a un extraño que había entregado el correo accidentalmente.
Pero él no sabía que Olivia Lane no era sólo una barista.
Y ciertamente él no sabía lo que ella estaba ocultando.
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