Gracias, Elías. Recuerdo el jardín y la puerta. Ya no tendré miedo.
Pasaron los meses. Un guardia de seguridad cerca de una sala pediátrica de Brooklyn vio a un niño descalzo sentado fuera de la UCI, tarareando una canción de cuna.
Cuando le preguntó a quién venía a ver:
“Alguien que necesita ayuda para llegar a casa”, respondió el niño.
Cuando regresó con una enfermera, el niño ya no estaba. Esa noche, un niño que llevaba seis meses en coma abrió los ojos y preguntó:
—¿Dónde está el niño con las estrellas en los ojos?
Un año después, Marcus subió al escenario junto a Clara en el lanzamiento de The Elijah Project: un programa que conecta a familias de personas en coma con psicólogos, consejeros espirituales y niños voluntarios para ayudar a sus seres queridos a hablar con el inconsciente.
“A veces”, dijo Clara a la multitud, “no es la medicina lo que trae a alguien de vuelta. A veces es una voz, un toque o un niño que nadie ve”.
Ella hizo una pausa.
—Y a veces no tienes que esforzarte para comprender el milagro. Solo tienes que creer que ocurrió.
Entre la multitud, un niño con una sudadera gris sonrió y luego se alejó antes de que alguien pudiera preguntarle su nombre.
En algún lugar, un alma estaba a punto de sumirse en el silencio. Un nuevo sueño encerrado tras una reja.
Y Elías ya venía caminando hacia él.
Porque ése era su llamado: escuchar a los perdidos y traerlos de vuelta.
Gracias a todos los que leen estas líneas.
