SU PADRE LA CASÓ CON UN MENDIGO PORQUE NACIÓ CIEGA, Y ESTO FUE LO QUE PASÓ

 

Se sentó, con las piernas demasiado débiles para sostenerla. Su corazón se debatía entre la ira y el amor. ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Por qué había dejado que pensara que la estaban desechando como basura? Yusha se arrodilló de nuevo a su lado. «No quise hacerte daño. Vine a la aldea disfrazada porque estaba harta de pretendientes que amaban el trono pero no al hombre. Oí hablar de una chica ciega que fue rechazada por su padre. Te observé de lejos durante semanas antes de proponerte matrimonio a través de tu padre, disfrazada de mendiga. Sabía que aceptaría porque quería librarse de ti».

Las lágrimas corrían por las mejillas de Zainab. El dolor del rechazo de su padre se mezclaba con la incredulidad de que alguien llegara tan lejos para encontrar un corazón como el suyo. No sabía qué decir, así que simplemente preguntó: “¿Y ahora qué? ¿Qué pasa después?”.

Yusha le tomó la mano con suavidad. «Ahora ven conmigo, a mi mundo, al palacio».

Su corazón dio un vuelco. «Pero soy ciega. ¿Cómo puedo ser princesa?»

 

Él sonrió. “Ya lo eres, mi princesa.”

Esa noche, apenas durmió. Sus pensamientos giraban en torno a la crueldad de su padre, el amor de Yusha y la aterradora incertidumbre del futuro. Por la mañana, un carruaje real llegó a la cabaña. Guardias vestidos de negro y dorado saludaron a Yusha y Zainab al salir. Zainab sujetó con fuerza el brazo de Yusha mientras el carruaje se dirigía al palacio.

Cuando llegaron, la multitud ya se había reunido. Les sorprendió el regreso del príncipe perdido, pero les sorprendió aún más verlo con una hija ciega. La madre de Yusha, la reina, dio un paso al frente, con los ojos entrecerrados mientras observaba a Zainab. Pero Zainab hizo una reverencia respetuosa. Yusha se quedó a su lado y declaró: «Esta es mi esposa, la mujer que elegí, la mujer que vio mi alma cuando nadie más pudo».

La reina guardó silencio un momento, luego dio un paso adelante y abrazó a Zainab. «Así que esta es mi hija», dijo. Zainab casi se desmaya de alivio. Yusha le apretó la mano y susurró: «Te lo dije, estás a salvo».

Esa noche, mientras se acomodaban en su habitación del palacio, Zainab permaneció junto a la ventana, escuchando los sonidos del recinto real. Toda su vida había cambiado en un solo día. Ya no era “esa cosa” encerrada en una habitación oscura. Era una esposa, una princesa, una mujer que había sido amada no por su cuerpo ni su belleza, sino por su alma. Y aunque en ese momento de paz se sintió aliviada, algo oscuro aún persistía en su corazón: la sombra del odio de su padre. Sabía que el mundo no la aceptaría fácilmente, que la corte susurraría y se burlaría de su ceguera, y que surgirían enemigos dentro de los muros del palacio. Sin embargo, por primera vez, no se sintió pequeña. Se sintió poderosa.

A la mañana siguiente, fue convocada a la corte, donde se habían reunido los nobles y gobernantes. Algunos se burlaron de ella cuando entró con Yusha, pero ella mantuvo la frente en alto. Entonces ocurrió el giro inesperado. Yusha se presentó ante ellos y declaró: «No seré coronado hasta que mi esposa sea aceptada y honrada en este palacio. Y si no lo es, me iré con ella».

Los murmullos llenaron la habitación. Zainab sintió que el corazón le latía con fuerza al mirarlo. Él ya lo había dado todo por ella. “¿Cederías el trono por mí?”, susurró.

La miró con una pasión feroz en los ojos. “Lo hice una vez. Lo volvería a hacer”.

La reina se puso de pie. «Que quede claro: a partir de hoy, Zainab no es solo tu esposa. Es la princesa Zainab de la casa real. Quien la falte al respeto, le falta al respeto a la corona».

Y con eso, la habitación quedó en silencio. El corazón de Zainab latía con fuerza, pero ya no por miedo, sino por fuerza. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar, pero ahora lo haría bajo sus propios términos. Ya no sería una sombra, sino una mujer que había encontrado su lugar en el mundo. Y lo mejor fue que, por primera vez, no necesitaba ser vista por su belleza. Solo por el amor que llevaba en su corazón.

La noticia de la aceptación de Zainab como princesa en la corte real se extendió rápidamente por todo el reino. Los nobles, inicialmente intrigados por la ceguera de la nueva princesa, comenzaron a ver más allá de su discapacidad. La demostración de dignidad, fuerza y, sobre todo, amor incondicional de Zainab por Yusha, llevó a muchos que antes dudaban de ella a comenzar a respetarla.