“No me agradezcas”, dije. “Agradécele a mamá”.
Ahora lo entiendo: la lección más importante que me dejó mamá es esta: la herencia no se trata solo de posesiones. Se trata de saber sembrar el bien.
Incluso en los momentos más oscuros, si miras con atención, la luz siempre está cerca.
Idea clave: La verdadera riqueza reside en los actos de compasión y amor, no en las posesiones materiales.
Nuestra historia familiar revela cómo la bondad y la determinación silenciosa pueden transformar el dolor en propósito, dejando un legado que eleva a otros y cura las heridas.
