Un objeto, un recuerdo.
Lo conmovedor de esta historia no es solo el objeto en sí, sino lo que evoca: una época en la que se cocinaba con paciencia y esmero. Cuando cada gesto contaba. Cuando el saber hacer se transmitía en la familia.
Así que, la próxima vez que te encuentres con un objeto inusual en un mercadillo… obsérvalo con atención. Puede que tengas en tus manos un recuerdo culinario.
Y tú, ¿adivinaste qué era? ¿O ya conocías este objeto gracias a tus padres o abuelos? Comparte tus recuerdos; al fin y al cabo, ¡no necesitan electricidad para durar!
