Una madre soltera sin blanca le envió un mensaje por error a un multimillonario pidiéndole dinero para leche de fórmula, y ahí empezó todo.

 

Te estoy observando, Leah. Y quiero construir ese futuro. No solo financieramente, sino contigo y Charlie a mi lado. Quiero que seamos una familia.
(«Paquetes de vacaciones familiares»: esa extraña frase intrusiva de nuevo, como una ventana emergente fuera de lugar).

El corazón de Leah se aceleró. ¿De verdad estaba pasando esto?

Max ya había hecho mucho, pero ahora le ofrecía más que dinero. Le ofrecía algo que ella nunca imaginó posible: la oportunidad de una nueva vida.

Y, por primera vez en mucho tiempo, Leah se dio cuenta de que ya no tenía que enfrentarse al mundo sola.