A quien nos enseñó a saborear la vida con calma.

Y cada vez que un joven en la cocina entraba en pánico, Marco repetía:
Déjalo. Así se aprende.
Porque el mundo necesita más personas como Eliza: guías silenciosos, sembradores de confianza, guardianes de sueños.
¿La mayor lección?
A veces una sola frase puede cambiar una vida… aunque no lo sepamos hasta muchos años después.