5. El tiempo y la duración importan
Para obtener el máximo beneficio sin sentirse cansado, tome una siesta de 10 a 30 minutos. De 10 a 20 minutos es ideal para una recuperación rápida.
Treinta minutos pueden mejorar tu memoria, pero pueden desorientarte brevemente. Dormir siestas de más de una hora puede llevarte a un sueño profundo, que es reparador, pero puede interferir con el descanso nocturno.
El momento ideal para una siesta es entre la 1:00 p.m. y las 3:00 p.m., cuando el cuerpo experimenta naturalmente una disminución de energía después del almuerzo.
6. ¿Quién debería dormir la siesta? Todos pueden beneficiarse.
Los niños y adolescentes necesitan dormir durante el día para su desarrollo, la regulación del estado de ánimo y la memoria. Los adultos que trabajan se benefician de una mejor toma de decisiones y una reducción del estrés.
Los adultos mayores descubren que la siesta diurna ayuda a mantener la energía e incluso puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
Los atletas también dependen del sueño diurno para mejorar el tiempo de reacción, la coordinación y la recuperación.
7. Crea una rutina que favorezca la somnolencia diurna.
Establece una hora fija, idealmente temprano en el día. Usa un antifaz o atenúa las luces, elimina el ruido o las distracciones y programa un temporizador de 20 a 30 minutos.
Relájese en un sillón cómodo o recuéstese un rato. La música relajante (opcional) puede ayudarle a relajarse rápidamente.
8. Desmintiendo mitos comunes.
Soñar no es un sueño perezoso, es un sueño inteligente. No arruina el sueño si se realiza temprano y brevemente. Y sin duda es beneficioso para los adultos.
Dormir favorece el bienestar mental y físico, reduce la fatiga crónica e incluso reduce la ansiedad.
Conclusión:
Tomar una siesta corta puede cambiar tu día. Es un pequeño hábito con grandes beneficios: mejora la memoria, reduce el estrés y aumenta la creatividad.
Date 20 minutos para recargar energías y sentirás la diferencia tanto en tu mente como en tu cuerpo.