Pero dentro de la casa… no se dijo ni una palabra. Rosa María siguió acompañando a Daniela a sus citas médicas como siempre.
Las dos mujeres, ambas con grandes barrigas, cocinaban juntas, se cuidaban mutuamente y parecían vivir en perfecta armonía.
Hasta que una fría mañana de invierno, ambos entran en trabajo de parto al mismo tiempo.
Debido a las fuertes lluvias, los vecinos contrataron una camioneta para trasladarlos al hospital distrital, a 30 kilómetros de la ciudad.
En el hospital, mientras los médicos llevaban a las dos mujeres a las salas de parto, se desató el caos.
El médico que atendía a Rosa María salió, con el rostro pálido.
El bebé nació todavía dentro del saco amniótico no roto, y las pruebas iniciales revelaron rastros de un estimulante extraño en el cordón umbilical.
Unos minutos después, Daniela dio a luz. Pero el descubrimiento de los médicos dejó atónitos a todos:
Ambos bebés tenían ADN coincidente.
Pruebas posteriores revelaron lo impensable: los bebés eran medio hermanos paternos.
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