Un tendón se levanta cuando tocas tu meñique con tu pulgar.
Esta respuesta fisiológica no tiene un propósito significativo en nuestras vidas actuales. Pero además de recordarnos que deberíamos haber traído un abrigo, aún podemos observar a los mamíferos modernos recurrir a este instinto biológico. Por ejemplo, al enfrentarse al frío. Quizás hayas visto a una paloma inflarse en un frío día de invierno, extendiendo las plumas para mantenerse caliente. Si eso no es prueba de la evolución, ¿qué lo es?
Además, cuando un animal se siente amenazado, como cuando sorprendes a tu gato, notarás que su pelaje se eriza. Este mecanismo de defensa es una adaptación ancestral destinada a engañar a posibles atacantes creando la ilusión de un tamaño mayor.