Cicatrices en el brazo: ¿qué significan?
De niño, todo parece más grande, más misterioso. Y a veces, un detalle aparentemente insignificante se convierte en un verdadero enigma. Para mí, fue una cicatriz. No en mi propio cuerpo, no, sino en el de mi madre. Encaramada en lo alto de su brazo, como un pequeño cráter rodeado de pequeñas depresiones, me fascinó. ¿Qué podría ser? ¿Una vieja herida? ¿Un tatuaje descolorido? ¿Un secreto?
Es imposible decir exactamente cuándo empecé a notarlo. Lo que sí sé es que permaneció en un rincón de mi memoria… hasta que un día, un golpe de suerte me permitió desentrañar su misterio.
Un encuentro que despierta recuerdos
Era un día de verano. El sol caía a plomo sobre el andén del tren, y yo ayudaba a bajar a una anciana. Al sujetarle el brazo, la vi: la misma cicatriz, en el mismo sitio que la de mi madre. Una copia exacta.
En ese momento, no dije nada. Demasiada gente, poco tiempo. Pero esta visión me atrapó. Tenía que entender. Así que llamé a mi madre, un poco febril. Y entonces, me respondió en un tono casi burlón:
—¡Pero , vamos! ¡Es la cicatriz de la vacuna contra la viruela!
Una marca común… y aún así olvidada
Sí, la viruela. Esa enfermedad de la que leemos en los libros de historia, pero que realmente conmocionó al mundo. Hace apenas unas décadas, sembró el terror. Fiebre alta, dolor intenso, pústulas impresionantes… y, a menudo, la muerte. Nada menos.
Afortunadamente, la medicina respondió con una vacuna, que se administró a gran escala en Francia en las décadas de 1950 y 1960. Como resultado, en 1980, la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente la erradicación de la viruela. Una victoria total.
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