En la vejez, no necesitamos amigos, hijos ni pareja, sino estas cuatro cosas.

En la vejez, no necesitamos amigos, hijos ni pareja, sino estas cuatro cosas.

Crecemos creyendo que la felicidad siempre vendrá de los demás: una pareja, hijos cariñosos, amigos leales. Y entonces, un día, la vida nos enseña que estos pilares, por muy valiosos que sean, pueden alejarse o evolucionar. Los hijos construyen sus propios mundos, las relaciones cambian, algunos amigos se van, otros se desvanecen lentamente… Entonces, ¿qué nos queda?

A medida que la calma reemplaza a la agitación, a medida que las prioridades cambian, se hace evidente que lo que realmente nos sostiene ya no viene de afuera. Son los recursos internos, que aprendemos a cultivar y apreciar, como un jardín secreto. Aquí están las cuatro verdaderas fortalezas que marcan la diferencia en la vejez.

 

 

 

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