Aprender a estar solo… sin sentirse abandonado
La soledad no es necesariamente sinónimo de vacío o tristeza. Al contrario, puede convertirse en un espacio de paz, libertad e introspección. Saber estar en paz consigo mismo es como aprender a disfrutar de una taza de té tranquila, escuchar el canto de los pájaros o caminar sin rumbo, solo por placer. No significa rechazar a los demás, sino dejar de depender de su presencia para sentir calma. Cuando el silencio se vuelve apacible, la serenidad se instala.
Un hogar organizado, sencillo… y relajante
A medida que envejecemos, nuestra necesidad de simplicidad se vuelve esencial. Un hogar desordenado cansa, mientras que un espacio luminoso y bien diseñado tranquiliza la mente. No se trata de una decoración perfecta ni de muebles sofisticados, sino de practicidad: poder encontrarlo todo fácilmente, moverse con libertad y sentirse bien. Ordenar el espacio aligera la mente. Y en este refinamiento, respiramos mejor.
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