En la vejez, no necesitamos amigos, hijos ni pareja, sino estas cuatro cosas.

 

Desprenderse de la mirada de los demás

Con el tiempo, nos damos cuenta de que ya no queremos justificarnos. No necesitamos complacer, dar explicaciones ni seguir las normas. Hemos vivido, hemos aprendido y nos hemos ganado el derecho a hacer las cosas de forma diferente. Esta libertad es un regalo que solo los años pueden ofrecer. Vestimos lo que nos gusta, pensamos lo que queremos, tomamos decisiones por nosotros mismos, sin buscar aprobación. Es el fin del “deberíamos” y el comienzo del “quiero”.

Ser útil… para ti mismo.
Sentirse útil no significa necesariamente ayudar a los demás a toda costa. También se trata de nutrirse con objetivos sencillos pero motivadores. Riega tus plantas, escribe unas líneas en un cuaderno, cocina tu comida favorita, muévete un poco cada mañana. Estos sencillos gestos estructuran tus días y les dan sentido. Ya no vivimos para cumplir requisitos ni expectativas, sino para disfrutar de lo que nos hace sentir bien.

 

 

 

Continúa en la página siguiente⏭️