Llegó tarde al baile padre-hija. Sus palabras cuando entró me congelaron.

 

“Le dije que no me iba a perder otro baile de padre e hija”, dijo mi padre.

Nos lo pasamos de maravilla esa noche. Incluso olvidé que no llegó a tiempo porque sabía que estaba haciendo todo lo posible por estar lo más presente posible.

Cuando estaba a punto de dejarme en casa, mi padre se giró hacia mí y me dijo: «Cariño, hay algo que debes saber. Cuando pasé por casa de mamá antes de llegar al baile, me dijo que se mudaba a San Luis y que te llevaría con ella. Pero no lo permitiré. No si no quieres ir tú también».

Me quedé paralizada. Mudarme no era algo que quisiera en ese momento. Todos mis amigos estaban aquí, mi escuela, los profesores a los que llegué a querer.

“Pero no pienses en eso ahora. Ya veremos cómo se resuelven las cosas”, dijo mi papá al pasar por nuestra pizzería favorita de camino a casa.

En los días siguientes la situación se tornó tensa.

Mi madre solicitó la custodia exclusiva de mí y mi padre luchó contra eso en el tribunal.

 

 

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