Mi abuela me envió una carta diciéndome que nunca más la visitara. Cuando descubrí por qué, mi corazón se rompió inexplicablemente.

Una mujer usando su celular | Fuente: Pexels

Entonces llamé a Marie. Mi hermana menor contestó enseguida.

—¿Claire? Estaba a punto de llamarte.

Déjame adivinar. ¿Recibiste una carta de la abuela?

La voz de Marie se suavizó. «Sí. Intenté llamarlo, pero saltó el buzón de voz. No entiendo qué pasa».

—Yo tampoco —dije, hundiéndome en el sofá—. Jenna también tiene uno.

—Algo anda mal —insistió Marie—. La abuela jamás haría eso.

Mi inquietud crecía. Se trataba de nosotros tres, no solo de mí.

 

Una mujer en una llamada telefónica | Fuente: Midjourney

Nuestra abuela nos crió después de que nuestros padres murieron.

Ella había sido nuestro pilar, nuestra seguridad, nuestro hogar. Mis dos hermanas y yo la habíamos visitado cada semana desde que nos fuimos de casa. Nunca lo habría hecho sin una razón.

“Iré allí mañana”, decidí.

“Me dijo que no lo hiciera”, me recordó Marie.

—No me importa. Sabes que últimamente no está muy bien de salud, y no voy a ignorar que presentimiento de que algo anda mal.

“Cuéntame lo que encuentres”, dijo Mary.

Al día siguiente, caminé por el camino familiar hasta la casa de la abuela con un nudo en el estómago.

 

 

 

 

Continúa en la página siguiente⏭️