Pescadores rescataron a un gato exhausto que nadaba con todas sus fuerzas hacia los humanos

Pescadores rescataron a un gato exhausto que nadaba con todas sus fuerzas hacia los humanos

Víctor guiaba su bote por las tranquilas aguas del Golfo de Finlandia, mientras sus pasajeros, turistas moscovitas, lanzaban sus cañas con entusiasmo. Se perfilaba un día perfecto: sol radiante, brisa suave y peces que picaban con avidez.

—Victor Semiónovich, mira allí, hay algo flotando, ¿lo ves? —exclamó de repente uno de los turistas, señalando el horizonte.

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El capitán entrecerró los ojos y miró a lo lejos:

—Parece un pájaro… No, es extraño.

Al acercarse el bote, se cruzaron miradas de sorpresa. En el agua, apenas pudiendo mantenerse a flote, un gato forcejeaba desesperadamente. Rojo, empapado hasta los huesos, completamente exhausto.

—¡Vaya, qué increíble! —Víctor negó con la cabeza—. ¿Cómo llegó? ¡La costa está a un buen kilómetro y medio!

—¿Se habrá caído de otro barco? —sugirió un turista.

—O se lo llevó la corriente —añadió otro.

El gato maulló débilmente y trató de nadar hacia el bote, pero sus fuerzas estaban claramente desvaneciéndose.

—Muy bien, chicos, la pesca puede esperar —dijo Víctor, agarrando una red—. Tenemos que salvar a esta pobre cosita.

Atrapar al gato no fue tarea fácil: entraba en pánico, arañaba y se retorcía. Pero finalmente, le entregaron la red y lo subieron con cuidado a bordo.

—El pobrecito está completamente exhausto —suspiró Víctor, envolviendo al gato tembloroso en una chaqueta vieja—. ¿Cuánto tiempo aguantó en el agua?

El gato se acurrucó en un rincón de la terraza, observando a los humanos con ojos cautelosos y asustados. Su pelaje húmedo estaba erizado y sus bigotes se movían nerviosamente.

—¡Qué gato más guapo! —se maravilló la esposa de uno de los turistas—. Y parece tan joven.

“Deberíamos llevarlo al veterinario”, se preocupó Víctor. “Quizás se tragó agua salada…”

El veterinario examinó al gato y tranquilizó a todos:

 

 

 

 

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