¿Por qué solemos ser más duros con quienes amamos?

Cómo corregir la situación: ¿Qué tal si nos desahogamos de otras maneras en lugar de “dominar” a la otra persona? A través del deporte o la creatividad, por ejemplo, que calman nuestras frustraciones y transforman nuestra ira en energía positiva. “Cuanto más seguros estemos, más aprenderemos a aceptarnos tal como somos y más capaces seremos de exponer con calma nuestras debilidades o limitaciones”, añade el psicoanalista.

Queremos lo mejor para ellos: ¡no tienen ningún interés en decepcionarnos!
Con quienes amamos, a menudo nos ponemos el listón muy alto. Nos convencemos de que nuestras ambiciones están a la altura de todo el cariño que les tenemos. «Es muy común con un niño que vemos crecer», observa Gisèle Harrus-Révidi. «Pensando que lo conocemos mejor que nadie, creemos ser los más indicados para saber qué es lo mejor para él. ¡Ellos… son un poco como nosotros! También afecta nuestra reputación de «buena madre», juzgada «por los resultados». Pero cuidado, contrariamente a lo que pensamos, no todos los padres quieren que sus hijos triunfen, advierte la psicoanalista. El discurso protector y superficial («Hazte funcionario, es más prudente») a veces sirve a otros intereses inconscientes: mantener al niño en una especie de inmovilidad psicológica y sociológica, lo cual resulta tranquilizador.»

Cómo corregir la situación: Recordando que nunca podemos saber qué es realmente bueno para la otra persona, porque no comparte nuestras prioridades ni tiene las mismas necesidades que nosotros, advierte Gisèle Harrus-Révidi. Nada es más sospechoso que esta frase: “Quiero que tengas un buen trabajo”. “¿Bueno para quién?”, pregunta la psicoanalista. Con los hijos, no se trata de renunciar a todas las exigencias, sino de relajar nuestras expectativas. En cuanto a nuestra pareja, no intentemos que avance en tal o cual punto, ¡es una pérdida de tiempo! Y, sobre todo, es contraproducente. “Proyectar nuestros propios procesos de pensamiento en la otra persona es inevitablemente una fuente de frustración, malentendidos o conflicto”, concluye Gisèle Harrus-Révidi.

Buscamos constantemente su atención (incluso la negativa)