Una madre soltera sin blanca le envió un mensaje por error a un multimillonario pidiéndole dinero para leche de fórmula, y ahí empezó todo.

 

 

Hola, soy Max Carrington. Creo que lo enviaste a la dirección equivocada. Pero entiendo que estás pasando por un momento difícil. No te preocupes por la leche; me aseguraré de que tengas lo que necesitas.

Leah miró la pantalla con incredulidad. No tenía ni idea de quién era esa persona. ¿Max Carrington? El nombre le sonaba vagamente, pero nada más. Una parte de ella sospechaba una estafa. Había visto a estafadores usar nombres falsos para estafar a la gente. Sin embargo, este mensaje sonaba… sincero.

Antes de que pudiera responder, llegó otro mensaje:

Puedo entregar lo que necesitas mañana mismo. Concéntrate en ti y en tu hijo, Leah. No te preocupes más.

Leah se quedó sin aliento. No era una estafa, lo sabía. Quienquiera que fuese este hombre, ofrecía ayuda de verdad.

Las lágrimas brotaron de sus ojos. Por primera vez en mucho tiempo, Leah se permitió tener esperanza.

Al día siguiente, llegó un envío a su puerta: varios cartones grandes de leche para bebés, acompañados de una nota.

Sé lo difícil que puede ser. Espero que esto te ayude. No dudes en contactarme de nuevo si necesitas algo más.

La nota estaba firmada simplemente: Max Carrington.

Leah se quedó allí un momento, con la mirada fija en las cajas. Nunca había recibido un regalo tan generoso, y menos de un desconocido. ¿Sería real? ¿Desaparecería tan rápido como había aparecido?

Con cierta incredulidad, empezó a desempacar las cajas, una por una. Cada una estaba repleta de provisiones: toallitas, pañales, leche de fórmula; mucho más de lo que se había atrevido a esperar. Por primera vez en meses, Leah sintió que podía respirar. Rápidamente tomó una foto de las cajas y le envió un mensaje a Max.

 

 

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